Para definir tus objetivos deportivos, necesitas organizar tus acciones en términos concretos para alcanzar tus aspiraciones.
Fijar sus objetivos
Utilizado en diversos ámbitos, el acrónimo S.M.A.R.T. representa los cinco criterios que puedes utilizar para sacar el máximo partido a tu fijación de objetivos deportivos:
- Específicos: tus objetivos deben ser específicos con respecto a lo que quieres conseguir. Cuanto más específicos sean, más podrás centrarte en lo que quieres conseguir.
- Mensurables: los objetivos evasivos como «hacerlo lo mejor posible» no son muy eficaces porque no ofrecen un punto de referencia ideal. En su lugar, debes definir objetivos mensurables. Por ejemplo, mejorar tu tiempo de carrera. El desarrollo de tu objetivo debe tener en cuenta el principio de DIF (duración, intensidad y frecuencia). Puedes variar tu tiempo de carrera, o la velocidad a la que corres, o el número de entrenamientos que haces (o el tiempo de recuperación en los entrenamientos fraccionados).
- Aceptado: aceptar tus deseos es esencial para tu éxito deportivo. Cuando te fijas objetivos en los que crees profundamente, se convierten en parte de tu motivación y no te costará avanzar. Tu motivación para alcanzar tus objetivos proviene de las emociones que asocias a ellos. Así que fíjate objetivos que te inspiren y te emocionen. Estas emociones pueden ser el factor determinante para alcanzar tus objetivos frente a las dificultades.
- Realista: si te fijas objetivos demasiado fáciles, tendrán poco valor motivacional porque sabes que los alcanzarás sin esfuerzo. Si te fijas objetivos demasiado complicados, corres el riesgo de abandonar rápidamente. Por eso es mejor fijarse objetivos alcanzables.
- Tiempo: los objetivos con plazos te motivan a dedicar el tiempo y la energía necesarios para alcanzarlos. Por ejemplo, si quieres perder peso, fija una fecha en la que debes alcanzar tu objetivo. Por ejemplo: en 2 meses debo haber perdido X kg.
Organizar los objetivos
Fijar objetivos implica establecer subobjetivos que empiezan con una visión general y se van haciendo cada vez más específicos.
Objetivos a largo plazo: define lo que quieres conseguir en última instancia. Deberá tener en cuenta los objetivos subyacentes a medio y corto plazo.
Ejemplo práctico: si tomamos el ejemplo de perder peso y el objetivo es perder 10 kg en 6 meses, seguido de una estabilización a lo largo de 6 meses (esto no significa que después pueda hacer cualquier cosa). Debe establecer etapas en su progreso.
El primer objetivo a corto plazo será estabilizar el peso actual y después empezar a adelgazar (querer adelgazar enseguida es un «error» que veo regularmente, es necesario un periodo de estabilización, más o menos largo según la persona).
A medio plazo, un entrenamiento progresivo (duración, intensidad y frecuencia) y un estilo de vida saludable te permitirán controlar mensualmente tus progresos.
(Atención: he tomado un ejemplo teórico, pero la pérdida de peso debe tener en cuenta otros indicadores (grasa corporal, masa muscular, etc.), por lo que tu objetivo también debe tener en cuenta otros factores. La frecuencia con la que entrenas, tu estilo de vida, tu historial deportivo… puedes definirlo tú mismo o recurrir a los servicios de un entrenador deportivo))
Objetivos de la preparación: cómo debes entrenar y qué necesitas mejorar para alcanzar tus objetivos. El equipo que necesitarás, cómo conseguirlo, con quién entrenarás…
Objetivos de estilo de vida: qué debes hacer en tu estilo de vida general para alcanzar los objetivos anteriores (por ejemplo, dieta, calidad y cantidad de sueño, etc.).