Numerosos artículos han tratado ya de desvelar el «secreto» de una motivación infalible. En el ámbito del deporte en particular, se suele decir que la motivación es uno de los principales pilares de su éxito. Sin embargo, la falta de motivación parece ser uno de los mayores problemas para las personas que vuelven a hacer deporte. Pero, ¿cuál es la realidad? ¿Cómo puedes asegurarte de que estás plenamente motivado?
Sommaire
Los diferentes niveles de motivación
Para empezar, te sugiero que definas tu nivel actual de motivación:
- Falta de motivación o a-motivación: no empiezo la sesión porque no tengo ganas de hacer deporte. No le veo ningún sentido, es una imposición e incluso una pérdida de tiempo.
- Motivación extrínseca: En este caso, el individuo está más motivado por la recompensa o el castigo de hacer o no hacer una actividad física. Por ejemplo, camino regularmente porque tuve un ictus y no quiero que me vuelva a ocurrir. Prepararse físicamente para el verano» también entra en esta categoría de motivación. En esta situación, la presión social me empuja a hacer más deporte y a comer de otra manera.
- Motivación intrínseca: disfruto haciendo mi actividad física o deporte. A menudo se observa que a los individuos les resulta más fácil realizar el esfuerzo y que éste dura más tiempo cuando están intrínsecamente motivados. En general, el deporte ocupa un lugar central en la vida de una persona, ¡e incluso se ha convertido en un modo de vida necesario para su bienestar mental y físico!
Encontrar el deporte que nos gusta y nos hace sentir bien debería ser una prioridad. Por supuesto, lo mejor es empezar a participar en una amplia gama de actividades deportivas desde una edad temprana, para encontrar rápidamente la que mejor se adapte a ti.
¿Por qué no puedo motivarme para hacer deporte?
La mayoría de la gente sabe que hacer deporte es bueno para ellos. Pero hacer ejercicio con regularidad no siempre es un hecho. He aquí algunas razones:
- Intentas hacer demasiado: tienes metas altas y eres exigente contigo mismo. Te «pones el listón» demasiado alto y esto te desanima incluso antes de empezar. Para ello, empieza con una sesión más suave o incluso con algunos estiramientos para coger el ritmo. Siempre puedes acelerar el ritmo más adelante.
- Agotas toda tu motivación: la motivación es una reserva limitada de energía. Si empleas toda tu energía en otras cosas (trabajo, familia, amigos, etc.) será muy difícil, si no imposible, encontrar los recursos que necesitas para tu sesión deportiva. A menudo es mejor empezar el día con las tareas más exigentes para tu sistema físico y nervioso. Así que hacer una sesión de deporte por la tarde será mucho más complejo y a menudo menos productivo que si pones tu sesión al principio del día.
- No tienes un plan preciso: tómate el tiempo necesario para comprometerte con un enfoque a largo plazo. Organiza y planifica tus sesiones con antelación para no tener que depender de tu propia motivación para empezar a practicar deporte. Disciplínate hasta que se convierta en un hábito sin el que no puedas vivir.
Cómo «cultivar» tu motivación
Sé consciente de que la motivación fluctúa. Aunque quieras estar motivado todos los días, nuestro cuerpo no siempre hace lo que queremos. Pero la motivación es como un músculo, y si la trabajas de forma progresiva y regular, ¡puedes conseguir excelentes resultados!
Aquí tienes algunos consejos para aumentar tu motivación a la hora de hacer deporte:
- Entrena en grupo: en pareja o con un amigo. Te resultará mucho más difícil no entrenar si estás acompañado. Además, es una excelente manera de superar tus propios límites.
- Márcateobjetivos exig entes: difíciles pero alcanzables, deben hacerte sentir mejor (satisfacción personal, bienestar, salud, etc.). Lo ideal es que estos objetivos se basen en tu plan de entrenamiento personal. He aquí algunos ejemplos: terminar mi primer maratón, escalar el Mont Blanc, etc.
- Recurra aun entrenador: el principio es sencillo: usted concierta una cita, alguien viene a verle y le guía a lo largo de su sesión deportiva. Es habitual conseguir sesiones entre un 20% y un 100% más eficaces con la presencia de un entrenador deportivo profesional.
Si tengo que motivarme para hacer deporte para ponerme en forma este verano, voy a dedicarle toda la energía posible hasta entonces. Después, el periodo invernal a menudo se impone a nuestros objetivos a largo plazo.
Lo ideal es tener un objetivo de medios y no un simple objetivo de resultados (por ejemplo, un peso que quiero alcanzar o un pantalón que quiero volver a ponerme). Un objetivo a medio plazo podría ser, por ejemplo, hacer al menos dos sesiones de deporte a la semana, pase lo que pase. También podrías marcarte el objetivo de moverte un mínimo cada día. Objetivos como «dar 10.000 pasos al día» o hacer 15 minutos de estiramientos por la noche o por la mañana suelen producir resultados mucho mejores porque se fijan a lo largo del tiempo. Al final, el objetivo medio suele traducirse en transformación física, mejor salud y más energía. La diferencia radica en que podrás mantener este ritmo a muy largo plazo, y estarás en mejor forma, con mejor figura y mejor salud, sin tener que luchar cada verano para conseguir tu objetivo.
Conclusión
La motivación es como el depósito de combustible de tu coche. Es un recurso que disminuye a medida que avanza el día. Así que basar tu entrenamiento únicamente en la motivación parece una estrategia limitada. Yo prefiero decir que la motivación debe permitirte hacer ese pequeño extra durante tu sesión deportiva. Es la pequeña inyección de adrenalina que te permitirá superar los límites durante ciertas sesiones, pero no debe ser el factor determinante para ponerte en acción.
¡Disfruta de tus sesiones!