Para sentirte bien de la cabeza, cultiva tu cuerpo; para rendir bien físicamente, trabaja tu mente. Es una afirmación sorprendente, pero tiene sentido. Para entenderla, hay que comprender la relación entre la mente y el cuerpo. La relación entre la mente y el cuerpo es un vasto problema, y este artículo no lo abarcará todo. Veinticinco siglos de historia de la filosofía no han sido suficientes.
A primera vista, la mente controla el cuerpo. Si tengo la intención de levantar la mano, mi mano se levantará, o si tengo la intención de caminar, mi cuerpo caminará.
Sin embargo, una alteración de ciertas funciones corporales puede causar sufrimiento psicológico. Por ejemplo, una variación anormal en la producción de serotonina, dopamina o testosterona basta para sumirnos en una depresión o, por el contrario, para hacernos sentir en plena forma.
¿Quién manda, la mente o el cuerpo? ¿Necesitamos cuidar, o incluso cultivar, nuestro cuerpo para sentirnos tan bien como nos sentimos? ¿Necesitamos trabajar nuestra mente para rendir mejor físicamente?
Sommaire
La mente como único valor
En la cultura occidental, la mente tiene prioridad sobre el cuerpo. Esta idea se encuentra en la antigua filosofía griega y en la religión cristiana. Se supone que el alma vive desde toda la eternidad y que está encarnada en un cuerpo que controla. La consecuencia de este supuesto ideológico o religioso ha sido el descuido del cuerpo en favor de la mente. La cultura de la mente ha sido (y sigue siendo) durante mucho tiempo mucho más valorada que la cultura del cuerpo. Podemos enumerar los efectos de esta primacía de la mente sobre el cuerpo en la cultura: el mayor valor concedido a las ocupaciones intelectuales en comparación con las manuales, la denigración de los placeres sexuales por parte de la Iglesia y, en cambio, el valor concedido a los placeres intelectuales como la lectura, el estudio o la curiosidad científica. También puede considerarse el origen de la devaluación de los deportistas en la cultura tradicional. Como en el dibujo de Serre, el deportista es visto como alguien que desarrolla sus músculos en lugar de su cerebro.
La venganza del cuerpo sobre la mente
Pero con el progreso de la ciencia, a partir del siglo XVII, las cosas empezaron a cambiar. La ciencia no sólo era racional, sino que además se basaba en un paradigma materialista en lugar de espiritualista. Para los científicos de los siglos XVII al XX, y todavía hoy para muchos, la única realidad objetiva digna de interés es la materia, y por tanto para el hombre: el cuerpo y no la mente. El pensamiento, las emociones y los deseos se entienden como una sucesión de producciones químicas que se originan en el cuerpo. Nos interesa entonces el cerebro como órgano material que produce esta química orgánica. Si la materia es el origen de nuestros pensamientos y emociones, podemos ver en el deporte no sólo un medio para cuidar de nuestra salud física, sino también de nuestra salud mental. A finales del siglo XIX y principios del XX, el deporte empezó a verse como un medio para entrenar a los jóvenes, no sólo para entrenar su cuerpo, sino también su mente. El deporte se convirtió en el vehículo de una serie de valores fundamentales: la lealtad, la superación personal y el espíritu de equipo. Por ejemplo, el espíritu olímpico promueve tres valores: la amistad, el respeto y la excelencia.

El poder de la mente
Se considera que los estados de la materia (el cuerpo) están en el origen de nuestros estados de ánimo. Los científicos observan entonces qué zonas del cerebro se activan en una situación psíquica determinada, con la idea de que nuestros pensamientos y emociones no son más que un reflejo de esta química corporal. Sin embargo, podríamos enfocar el problema desde el ángulo opuesto y considerar que son los pensamientos y las emociones los responsables de la química cerebral y de la salud corporal. El punto de vista materialista también se topa con límites. Ahora sabemos que la actividad mental tiene un efecto sobre el cuerpo. En el ámbito del deporte, por ejemplo, sabemos que un simple trabajo de visualización puede aumentar la fuerza muscular y es un complemento muy bueno del verdadero trabajo de musculación. Ya se ha realizado un experimento para comprobar la posibilidad de aumentar la fuerza mediante la visualización. Se dividió a los principiantes en tres grupos: el grupo 1 realizó un entrenamiento de fuerza sobre un músculo del bíceps, el grupo 2 utilizó la visualización (los sujetos se visualizaron contrayendo el mismo músculo del bíceps) y el grupo 3 no hizo nada. La fuerza del bíceps del grupo 1 aumentó un 28%, la del grupo 2 un 20% y la del grupo 3 no progresó… El trabajo mental puede modificar aspectos físicos del cuerpo, en este caso el sistema nervioso y las conexiones neuromusculares. En otro campo, sabemos, por ejemplo, que cuando se administra un medicamento placebo a un paciente, puede desencadenar un proceso de curación. Los experimentos a doble ciego realizados por científicos así lo atestiguan. La sola acción de la mente puede bastar para curar. Si es así, entonces la mente no es sólo el resultado de procesos químicos procedentes del cuerpo, sino que también es lo que permite que el cuerpo se cure, o más ampliamente, que se transforme. Hoy en día, los deportistas lesionados siguen trabajando su técnica visualizando sus movimientos deportivos. Cuerpo y mente trabajan juntos en el deporte.
La interdependencia del cuerpo y la mente
El cuerpo y la mente son interdependientes. El debate filosófico entre espiritualistas y materialistas planteó el problema de quién es primero, el alma o el cuerpo. Esta cuestión probablemente nunca se resolverá con otra cosa que no sea la creencia, pero establece una certeza: la mente y el cuerpo son interdependientes. A fin de cuentas, no importa cuál de los dos sea el primero. Lo que importa es saber que son interdependientes, que interactúan entre sí. Esta relación interdependiente sólo puede animarnos a desarrollar conjuntamente actividades que combinen el desarrollo físico y mental. ¿Estás deprimido? Haga deporte también. ¿Quieres estar en forma físicamente para practicar deporte? Trabaje también su mente. Esta interdependencia funciona en la preparación de los deportistas de alto nivel. Por ejemplo, hoy en día ningún tenista de alto nivel puede prescindir (además de su entrenador) de su preparador físico y de su preparador mental.
Para sentirse bien mentalmente, hay que cultivar el cuerpo (por supuesto, no sólo el cuerpo), y para rendir bien físicamente, hay que trabajar la mente (además del cuerpo). Las actividades físicas y mentales son perfectamente complementarias. «Mens sana in corpore sano» (una mente sana en un cuerpo sano). Puesto que no somos sólo cuerpos, ni puros espíritus, ésta es la única manera de desarrollar todo nuestro potencial.